Los precios de alimentos, combustible y fertilizantes en algunas de las comunidades más vulnerables del planeta continúan escalando a niveles críticos desde la invasión rusa de Ucrania. Las familias gastan hasta nueve veces lo que invertían hace casi año y medio, según un nuevo análisis de ActionAid.
Consecuencias del alza de precios
Una encuesta realizada a más de 1.000 personas y líderes comunitarios en 14 países de África, Asia y el Caribe concluyó que los precios de la pasta y los fertilizantes aumentaron más del 115 % durante este período. Mientras, los importes de gasolina y productos de higiene menstrual aumentaron un 80 % o más. Esto conlleva un aumento vertiginoso de las tasas de matrimonio infantil y un empeoramiento de la salud mental. Todo ello a pesar de que el último índice de precios de alimentos de la FAO muestra una disminución del 11,7 % de los precios mundiales desde febrero de 2022.
En 10 de los 11 países encuestados, los líderes comunitarios dijeron que el número de matrimonio infantil estaba aumentando y más de la mitad de las personas encuestadas admitieron que el aumento de precios las hacía sentir tristes o sin esperanza (54 % y 53 %, respectivamente). Esto genera preocupación sobre el impacto que la crisis está teniendo en el bienestar emocional de las familias.
«Esta investigación pionera muestra que, desde el inicio de la guerra en Ucrania, las personas más vulnerables de todo el mundo son las más afectadas por el aumento vertiginoso de los precios, siendo las mujeres y las niñas las peor paradas. Se ven afectadas, de manera desproporcionada, por múltiples crisis que repercuten en su alimentación, su educación, su derecho a vivir sin matrimonio infantil y su salud mental y bienestar«, afirma Teresa Anderson, directora mundial de Justicia Climática de ActionAid International.
El caso de Zimbabue
El análisis encontró que Zimbabue, donde se estima que 2,8 millones de personas están desempleadas, se ha visto particularmente golpeado. En algunos distritos informaron de que los precios de la gasolina habían aumentado más del 900 %, los de la pasta, hasta un 750 %, los de los fertilizantes, más del 700 %, y los de las toallas higiénicas, más del 600 %.
“Los precios de los alimentos y el combustible en Zimbabue han aumentado casi a diario. Esto afecta más a las numerosas familias que viven por debajo del umbral de la pobreza. En ciertas áreas, hay hogares que ni siquiera pueden pagar una comida al día porque los precios de los alimentos se han descontrolado por completo. Literalmente, viven día a día, sin saber de dónde vendrá su próxima comida”, lamenta Joy Mabenge, director país de ActionAid Zimbabwe.
Impacto donde ya había hambre
Desde el comienzo de la guerra, en los mercados y comunidades locales de los países encuestados por ActionAid:
- Ahora gastan, de media, el doble (101 % más) en una barra de pan (aumentando hasta un 614 % en el distrito zimbabuense de Binga) y un 119 % más en pasta.
- Los precios medios de los fertilizantes subieron un 118 %.
- El coste de las compresas se disparó un 83 % de promedio.
- El precio medio de la gasolina se incrementó en un 80 %.
- El azúcar aumentó un promedio del 59 % (más del 800 % en Binga).
- El aceite de cocina se encareció un 57 % (un 224 % en el distrito de Wajale en Somalilandia).
- El gas para cocinar se encareció un 47 % (un 216 % en el área de Kwara en Nigeria).
Casi un año y medio desde el estallido de la guerra en Ucrania, el impacto del conflicto continúa intensificándose en los puntos críticos del hambre en el mundo. El alza de precios es particularmente alarmante en una época en que los ingresos han caído casi una cuarta parte en las comunidades encuestadas, o un 133 % en un área de Etiopía.
Casi las tres cuartas partes (74 %) de las personas encuestadas dijeron que habían cambiado su dieta a alimentos de baja calidad, mientras que más de la mitad (59 %) señalaron que las personas de su comunidad se habían endeudado.
También repercute en la infancia
Las perspectivas de educación infantil también se ven amenazadas. En 9 de los 11 países encuestados, los líderes comunitarios señalaron que el aumento del coste de vida había supuesto tasas más altas de abandono escolar de los varones, ya que los padres luchan para pagar las cuotas escolares o se ven obligados a depender del trabajo infantil para mantener sus medios de vida. Líderes de 8 de los países dijeron que lo mismo había sucedido con las niñas.
Roster Nkhonjera, madre de cinco del distrito de Rumphi en Malawi, tuvo que sacar a sus hijos de la escuela. «No he podido pagar la matrícula escolar de dos de mis hijos debido por el aumento de precios», dice. «Lo que gano con mi pequeña empresa apenas cubre una comida al día para mis hijos».
Resiliencia sostenible
Afortunadamente, la encuesta también revela que muchas comunidades han mostrado resiliencia para afrontar los impactos de la crisis, identificando y practicando mecanismos sostenibles de resistencia.
12 de los 14 países encuestados dijeron que el uso de la agroecología les estaba ayudando a ahorrar en la producción de cultivos. La agroecología significa adoptar prácticas agrícolas que funcionan con la naturaleza, como el uso de estiércol local para aumentar la fertilidad del suelo y para reducir la dependencia de los fertilizantes químicos.
Mientras tanto, más de una cuarta parte (28%) de las personas encuestadas declararon haber instalado sistemas de energía solar y elaborado compost para compensar los altos precios de los fertilizantes químicos. Algo que da esperanza en que estos enfoques sostenibles puedan aumentar y continuar en beneficio del medioambiente una vez superada la crisis actual.
Desde ActionAid, abogamos por un enfoque holístico y una financiación adecuada que aborde todas las crisis interconectadas que exacerban la crisis de precios, incluido el cambio climático, el estrés de la deuda y las profundas repercusiones de la invasión rusa en Ucrania. «Es necesario introducir urgentemente medidas de protección social, incluidos servicios educativos gratuitos y comidas escolares gratuitas, para ayudar a las familias que corren mayor riesgo», apunta Teresa Anderson.
«A más largo plazo, los gobiernos que dependen de las importaciones de alimentos también deben invertir en reservas de alimentos nacionales y regionales para actuar como amortiguadores y reducir la vulnerabilidad ante la escasez de alimentos y el aumento de precios. Los impactos catastróficos que estamos viendo dejan en claro por qué ahora más que nunca se necesita una transición justa hacia las energías renovables y las prácticas agrícolas agroecológicas, tanto para proteger a las comunidades de los impactos, como para ofrecer resiliencia frente a la crisis climática. No hay tiempo que perder».
Alianza Por la Solidaridad