Ana Tuñas Matilla. EFE
El cambio climático multiplica las muertes por calor en Europa, según un estudio realizado en doce ciudades europeas, entre las que figuran Madrid y Barcelona y en las que se estima que en diez días han fallecido unas 2.300 personas por las elevadas temperaturas, tres veces más de las que se habrían producido sin calentamiento global.
El estudio, liderado por investigadores de Imperial College de Londres y London School of Hygiene & Tropical Medicine, señala que el cambio climático, provocado por el uso de combustibles fósiles y la deforestación, aumenta las temperaturas de las olas de calor entre 1 y 4°C en las ciudades, generando 1.500 muertes más de las que se habrían producido sin ese calor extra.
También señala que la mayoría de las muertes relacionadas con el calor no se notifica y que, además, las estimaciones oficiales de los gobiernos pueden tardar meses en publicarse o no publicarse nunca, lo que, a su juicio, muestra que se trata de una amenaza infravalorada.
286 vidas en Barcelona y 108 en Madrid por el calentamiento
El exceso de calor asociado al cambio climático se cobró 317 vidas en Milán, 286 en Barcelona, 235 en París, 171 en Londres, 164 en Roma, 108 en Madrid, 96 en Atenas, 47 en Budapest, 31 en Zagreb, 21 en Frankfurt, 21 en Lisboa y 6 en Sassari, según el informe, en el que también ha participado investigadores de las universidad de Berna y Copehnague y del Real Instituto Meteorológico de Países Bajos.
En total, durante esos días murieron a consecuencia del calor 118 personas en Madrid y 340 personas en Barcelona. En Lisboa las muertes fueron 92, en Londres 263, en París 373, en Milán 499, en Frankfurt 31, en Budapest 71, en Zabreb 56, en Roma 282, en Atenas 175 y en Sassari 8.
En el caso de Madrid, los decesos atribuibles al cambio climático representaron el 90 % del total, lo que la sitúa como la ciudad analizada en la que el calentamiento global más eleva la mortalidad por calor. En su opinión, esto puede deberse al gran aumento de las temperaturas, que superaron un umbral en el que las muertes por calor aumentan rápidamente.
A nivel global, el 88 % de los fallecidos tenía 65 o más años, lo que sitúa a este segmento de población como el de mayor riesgo, según el estudio "rápido" para analizar las consecuencias de la ola de calor que ha azotado Europa entre finales de junio y principios de julio.
Cómo se hizo
Para calcular cuántas muertes por calor se deben al cambio climático, los investigadores se centraron en diez días de elevadas temperaturas en 12 ciudades, entre el 23 de junio a 2 de julio, y analizaron los datos meteorológicos históricos para saber cómo de intensas habrían sido las temperaturas en un mundo que no se hubiera calentado 1,3 grados.
Su descubrimiento: el cambio climático antropogénico hizo que la ola de calor fuera entre 1 y 4 °C más cálida de lo que habría sido en la era preindustrial, con un clima más frío.
Basándose en estudios públicos sobre la relación entre el calor y el número de muertes diarias en esas ciudades, estimaron que esos días murieron 2.300 personas, el 65 % más que las 800 que habrían muerto sin calentamiento global.
Para los investigadores, los resultados muestran cómo aumentos relativamente pequeños de las temperaturas máximas pueden desencadenar "enormes" repuntes de mortalidad cuando el calor afecta a personas con problemas de salud subyacentes, como cardiopatías, diabetes y problemas respiratorios, tal y como se ha señalado en estudios anteriores.

Muertes en aumento si no bajan las emisiones
"El cambio climático mata. Está intensificando las olas de calor y llevando a las personas vulnerables al límite", según Garyfallos Konstantinoudis, profesor del Instituto Grantham (Imperial College), que ha advertido de que las olas de calor serán cada vez más intensas y habrá un aumento considerable de las muertes.
Por su parte, Friederike Otto, profesora del Centre for Environmental Policy Imperial College London, ha subrayado que cualquier persona puede sufrir un golpe de calor y ha abogado por comunicar mejor los riesgos que el calor conlleva para la salud, huyendo de imágenes de gente dándonse un baño en la playa o comiéndonse un helado para combatir una ola de calor.
Las ciudades deben adaptarse plantando árboles, reduciendo el espacio destinado a coches y atendiendo a los más vulnerables, "pero la mejor manera de evitar consecuencias nefastas es reducir agresivamente las emisiones", ha añadido Pierre Masselot, investigador de London School of Hygiene & Tropical Medicine.
Para su colega Malcolm Mistry, el estudio demuestra por qué las olas de calor son conocidas como asesinos silenciosos, ya que esos días se reportaron solo "un puñado de muertes" por el calor mientras se estima que han sido miles, aunque nunca se registrarán como asociadas a las abrasadoras temperaturas registradas. EFEverde
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